Con la bajada de temperaturas, el funcionamiento óptimo de los sistemas de calefacción central adquiere una importancia vital. Antes del pleno invierno, conviene comprobar la presión del sistema, purgar los radiadores y revisar el estado de la caldera. En el caso de calefacción comunitaria, estos pasos deben estar documentados en el plan de mantenimiento, y conviene verificar que todas las inspecciones estén actualizadas conforme al Reglamento de Instalaciones Térmicas en los Edificios (RITE).
En paralelo, el aislamiento térmico cobra protagonismo. Las comunidades deben asegurarse de que las zonas comunes —portales, escaleras y zonas de trasteros— estén correctamente cerradas y sin filtraciones de aire. Las puertas exteriores deben disponer de burletes o cierres automáticos, y las ventanas comunitarias deben cerrar herméticamente. Pequeñas inversiones en aislamiento pueden traducirse en importantes ahorros energéticos y una mejor percepción por parte de los propietarios.
Un aspecto menos visible, pero igualmente relevante, es el control de plagas. En invierno, roedores e insectos buscan refugio en lugares cálidos y húmedos, como garajes, cuartos de contadores o falsos techos. Las comunidades deben contar con un plan de control periódico, y en caso de detectar indicios (excrementos, mordeduras, olores), actuar de forma inmediata contratando una empresa especializada. La prevención es más económica que la erradicación.
No debe olvidarse la revisión de bajantes y canalones, ya que el agua estancada o los restos de hojas pueden provocar filtraciones y humedades que afecten tanto a elementos comunes como a viviendas particulares. La acumulación de nieve o hielo, aunque menos frecuente, también puede deteriorar tejados, claraboyas o cubiertas transitables, por lo que una inspección visual a principios de temporada resulta muy recomendable.
Además, conviene recordar a los vecinos sus obligaciones respecto al uso de elementos comunes en invierno. Las terrazas, patios o azoteas suelen abandonarse durante el frío, pero es esencial mantenerlos limpios y sin objetos que puedan volar o provocar atascos en los desagües. Un sencillo cartel informativo puede evitar muchas intervenciones no previstas.
Por último, los administradores deben comprobar que el seguro de la comunidad incluye coberturas adecuadas para daños causados por frío, filtraciones o averías en sistemas de calefacción. Algunos siniestros invernales pueden quedar fuera de las pólizas si no se han realizado mantenimientos periódicos. Reforzar la comunicación con la compañía aseguradora antes de los meses críticos es una práctica recomendable.
Conclusión
Un checklist de invierno bien aplicado protege a la comunidad frente a las inclemencias del tiempo y reduce el número de incidencias que terminan en juntas extraordinarias o reclamaciones. Con una revisión sencilla y metódica, los administradores pueden.